Nunca pensé
que escribir algo relacionado con mi club, con mi Ritmo fuese tan doloroso…
esta vez tengo que hacerlo porque tristemente se nos ha ido Ángel Fernández
Córdoba, padre de Ruth, padre y fundador del Club Ritmo de León y en particular
también para mí por todos los años que tuve la gran suerte de compartir cerca
de él.
La verdad que
no recuerdo cuando te vi por primera vez, ya que empecé con 10 años en el club,
pero seguramente fuese por el gimnasio cuando entrenábamos. Sin saberlo y desde
ese momento comencé a formar parte de tu familia…
Bajo la mano
de tu hija Ruth, que tenía debilidad por ti y sentía la misma pasión que tú por
su deporte, fui creciendo como gimnasta. Para Ruth éramos como sus pequeñas
hijas, a las que llevaba a comer por ahí, a dormir a su casa… y allí siempre estabas
tu con una sonrisa mirándonos.
Dos años más
tarde, por circunstancias de la vida mis padres fueron trasladados a otra
ciudad definitivamente. Una vez más la cabezoneria de Ruth hizo que terminara
viviendo en tu casa como si fuese una hija más, ya que así me lo transmitías.
Muchas son
los recuerdos que tengo de esos años: eras todo vitalidad, yo me levantaba para
ir al instituto y tú ya estabas preparado para irte. Tus cabezadas en ese sofá
que siempre será tuyo porque es inevitable mirar para él y no verte a ti. Los
fines de semanas que íbamos a pasar el día a Santa María del Páramo donde nos
dabas todo tipo de caprichos para que lo pasáramos bomba. Las comidas familiares
en tu casa todos los domingos. Nuestro “silencio compartido”, ya que de aquella
yo era bastante callada y Ana nos miraba y siempre decía: “Cordoba y Carmen se
entienden muy bien, porque no habla ninguno…” y me mirabas y me sonreías de
manera cómplice. Tus lágrimas (me impresionó mucho verte llorar), cuando me hicisteis
un homenaje en León porque me retiraba
con 18 años... y muchísimos más recuerdos que es imposible plasmar en tan poco espacio.
Siempre dije
que dabas sabios consejos en pocas palabras, pero no te hacía falta más, porque
eras todo sabiduría y así lo transmitías. Los años van pasando y a medida que yo
he ido siendo más mayor, oírte hablar y contar anécdotas de tu vida me
encantaba… Sobre todo cuando me contabas tu vivencia en la Olimpiada de Munich
o cuando me explicabas cuando viste por primera vez gimnasia rítmica y como te
gustó tanto la trajiste e implantaste ya para siempre en León de la mano de
Ruth.
No sabes
cuánto te agradezco todos los años que pasé a tu lado porque vivirán siempre en
mi memoria y en mi corazón, ese corazón del que te has llevado un trocito muy
grande, pero en el que quedan tantas cosas buenas que solo puedo darte las gracias
eternamente.
Gracias por
dejarme formar parte de tu familia, a la que apoyaré y ayudaré siempre en todo
lo que pueda para intentar superar tu ausencia, algo imposible, porque siempre
estarás presente en todo.
Las navidades
pasadas hablé contigo para felicitaros el año y siempre que piense en ti me
vendrá a la memoria la frase que me dijiste: “Carmen, te quiero mucho”. Yo
también te quiero mucho Córdoba, y desde el cielo se que cuidarás de tu familia
y le darás la fuerza necesaria para seguir adelante hasta que todos nos
juntemos y nos volvamos a abrazar….
Serás nuestro
ángel de la guarda, todo el Club Ritmo, toda tu familia OJE y toda la gente que te quiere (que es muchísima) te echaremos muchísimo de menos.
Que ningún día
amanezca para el olvido, DESCANSA EN PAZ, MI QUERIDO CORDOBA…